¿Qué entiende Arendt por acción?

Jorge Mendoza Vester
Economista Universidad de Chile
Magister en Pensamiento Contemporáneo Universidad Diego Portales


Arendt, en su libro La condición humana, considera que la actividad humana, más precisamente la “vita activa”, puede ser agrupada en tres áreas: labor, trabajo y acción.

La primera se relaciona con actividades que satisfacen las necesidades vitales, transcurre en el ciclo de producción y consumo, sus productos son perecederos, se realiza en conjunto con otros y su objetivo principal es asegurar la vida en sí misma. El trabajo es el conjunto de actividades por las cuales se construyen los objetos que no son estrictamente necesarios pero que hacen la vida más bella y confortable; éste es de naturaleza individual y sus frutos son más durables que los de labor.

En tanto labor y trabajo le permiten al ser humano resolver sus necesidades y hacer más agradable la vida, éste se inserta a la vida en comunidad a través de la acción y la palabra. Es en el espacio público que el ser humano, junto a otros hombres con los que comparte un denominador común de igualdad, planea el futuro. A la vez, la pluralidad de los hombres requiere el discurso y la acción para comunicarse.

La acción, a diferencia de labor y trabajo, no proviene de la necesidad o de la utilidad, sino que surge de la propia iniciativa y es lo que permite que pueda revelarse el ser del hombre al relacionarse con otros seres humanos, al punto que puede decirse que esta inserción en el mundo humano es equivalente a un segundo nacimiento.

El ser humano, al actuar y hablar en el espacio de la pluralidad, posibilita la organización política, y es aquí donde radica la importancia de la acción.

El actuar del ser humano, a diferencia del comportamiento, no reproduce las relaciones existentes, al contrario, crea nuevas y amplia las existentes; tiene carácter irrevocable y sus resultados pueden ser imprevisibles.

Por medio de la acción aparecen cosas nuevas y se va tejiendo la historia humana. Esta capacidad de actuar y crear cosas nuevas permite esperar del ser humano lo inesperado, lo extraordinario. La acción es un proceso en constante renovación y nunca se agota, continúa a lo largo de la vida individual de cada persona relacionada en el discurso y en el actuar con otros, constituyéndose así en expresión y condición de la libertad.